El Unicornio Violeta nace de un sueño. Esto es absolutamente real. El mundo onírico tiene sus propios recursos para traer desde el plano de la intuición al plano de la consciencia deseos escondidos. Hay que prestar atención. Y ¡voilà! Todo comenzó a tomar forma de la manera más natural.
El colectivo LGBTQ+ siempre atrajo mi curiosidad. Antes incluso de que yo tuviera conocimiento explícito de que pertenecía a él. ¡Otra vez la bendita intuición! Tanto machaque, tanta falta de aceptación, tanto sufrimiento y tanto dolor que lleva arrastrando desde siempre… Y yo, defensora a ultranza de las causas difíciles, guerrera de las injusticias sociales e inconformista por naturaleza, sigo intentando cambiar aquello que no me gusta un pelo.
Hago lo que puedo, siempre, y a estas alturas de la vida, pienso seguir haciéndolo. Ahora bien, es el momento, mi momento, de soltar la espada y agarrar un buen dildo XXL y seguir cambiando las cosas desde otro lugar. Un lugar desde el que reivindicar el feminismo, la libertad de expresión, el derecho a la libertad sexual, el derecho a la equidad sexual y en definitiva todos los derechos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Sexuales. Y defender estos derechos desde la alegría y también defender la alegría en sí misma. Porque la alegría también es un derecho y por ello también hay que defenderla, como dice Galeano, como un principio, como una bandera. La alegría de saber que tenemos el derecho de hacer con nuestros coños y nuestros rabos, en definitiva con nuestro cuerpos, lo que nos da la gana y con quienes nos da la gana. La alegría de sabernos seres libres, seres erótico festivos, asumir sin tabúes que nos ponemos cachondxs y que eso es maravilloso y completamente natural, que el sexo es diversión y que estamos orgullosxs de nosotrxs y sobre todo, la alegría de saber que estamos vivxs, muy vivxs.
¡A celebrar la VIDA!